¿Te ha pasado que sientes mucha hambre y cedes ante un impulso de comer algo que no es del todo saludable? ¿Siente culpa después de comer con ansiedad? En general hay una percepción negativa con cierto tipo de comida que no nos permite comer sin culpa. Pero, ¿te has puesto a pensar el impacto que esto genera en nuestros cuerpos?
Cuando comemos con culpa generamos un círculo vicioso: tomamos aquel chocolate y lo comemos con mucha ansiedad. Para luego sentirnos mal y con culpa por haber comido algo que no estaba dentro de nuestra dieta.
Los sentimientos de culpa nos impactan de manera negativa, tanto a nuestras mentes como a nuestros cuerpos. Reflexiona la última vez que comiste algo que no debías. Repasa tus pensamientos y tus acciones. Casi siempre seguimos un patrón, en el cual sabemos que queremos comer algo, pero pensamos en todas las tallas que queremos bajar y pensamos que por esa mordida de chocolate subiremos todas esas tallas que tanto nos hemos esforzado por bajar.
Pero, parece que hemos olvidado el placer de comer. De disfrutar esa rebanada de pastel o ese helado. Recuerda que la constancia hace los hábitos. Si no es tu hábito comer pastel, helado o comida chatarra, una pequeña porción no hará mal. Aunque se trate de un alimento poco nutritivo. De nada sirve castigarte o hacerte sentir mal por comer eso. Mejor relájate y disfruta tu decisión en cada bocado.
Cede ante tus necesidades básicas y come cuando sientas de debes hacerlo. Recuerda que el saltar comidas te hará más mal que comer algo que no deberías comer. Eso por otro lado con algo de ejercicio o con regresar a tus hábitos alimenticios después de hacerlo, no pasará a más.
Recuerda que no hay nada más importante que el estar feliz con nuestras decisiones y que procurarnos a veces algún premio o algo que nos saque de la rutina. No tiene nada de malo mientras sea con la moderación debida. Recuerda que toda dieta, finalmente esta complementada de ejercicio y cambio de hábitos.