Pero hace años ya nos avisaban que las espinacas tendrían menos vitaminas C, que el brócoli casi no tiene cálcio o que otras verduras contienen 80% menos de nutrientes que en años anteriores.
Incluso, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Tokio afirma que por culpa del CO2 el arroz que comeremos en el futuro será menos nutritivo hace que nos cuestionemos qué está pasando con los nutrientes de los alimentos que ponemos en nuestra mesa.
¿Quién es el culpable?
Los expertos apuntan a cuatro factores como los responsables de la pérdida de densidad nutricional de nuestra comida.
La primera de esas razones es que fallamos por la base, en este caso, por nuestros suelos de cultivo.
La tierra, tal y cómo la hemos tratado, está exhausta. Los agricultores lo saben y por eso le aportan fertilizantes químicos, nitrógeno, fósforo, potasio…
Todos los elementos necesarios para que las plantas crezcan, pero algo no está funcionando como debería porque falta añadir un plus.
Así como nosotros necesitamos una flora bacteriana variada para estar sanos, la tierra en la que se cultiva todo lo que comemos también requiere su propia legión de microorganismos.
“Es como si pusiéramos un cóctel de minerales a disposición de la planta pero esta no los pudiera absorber. En muchas ocasiones llegan a nuestro laboratorio para analizar suelos en los que se indica ‘manifestación de clorosis’.
La clorosis significa que en las hojas de la planta se ha producido falta de hierro a pesar de crecer en un suelo en el que que hay hierro en cantidad.
Variedad: más producción, menos vitaminas
También hay otros factores de la “huida” de vitaminas como Bichos microscópicos aparte, además de “las mejoras genéticas”.
El objetivo durante décadas ha sido obtener muchos kilos por hectárea, y no nos engañemos, eso ha permitido que la población crezca y no se muera de hambre.
El problema es que nos enfocamos en producir más, pero con menos calidad.
Pero esas nuevas variedades de maduración acelerada y tamaños XXL no permiten a la planta, desde el punto de vista bioquímico, hacer bien su trabajo.
Además las recolecciones sean prematuras (hasta 15 o 20 días antes de lo que deberían) y la maduración se produzca en cámara, entorno en el que una fruta o una verdura puede variar su equilibrio de ácidos y azúcares.
Pero no puede sintetizar ni una sola vitamina porque no está absorbiendo ningún nutriente y, evidentemente, también ha dejado de acumular minerales.
¿Qué podemos hacer?
Si este panorama continúa durante las próximas décadas, cabe preguntarse si dentro de unos años habrá que cambiar el lema de mayor cantidad y menor calidad.
Y mientras decidimos si la solución es comer más de lo que ya comemos o ingerir suplementos de vitaminas de dudosa eficacia.
¿Cuál es la solución?
Cambridge es un alimento formulado (o sustituto de comida) que le da a tu cuerpo todos los nutrientes que necesita.
O sea, cuando comes un producto Cambridge, es como si estuvieras comiendo un platillo balanceado que le da a tu organismo los Minerales, Vitaminas, Carbohidratos, Proteínas y Grasas que necesita.
Al principio, este alimento formulado era exclusivo para los astronautas que tenían una misión en el espacio (por eso parece una malteada).
Pero créeme, aunque parezca una malteada, fortalecerá tu sistema inmune y estarás en menos peligro de enfermarte.
Además te va a llenar hasta la próxima comida, o sea, no sufrirás ni de hambre ni de antojos.
Ahora ya lo pueden comer cualquier persona porque cuenta con el permiso de organismos mundiales como la COFEPRIS.
Esto quiere decir que no le causará ningún daño a tu cuerpo, al contrario, lo hará más saludable y al final te verás y te sentirás espectacular.
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