Es común querer hacerle trampa a tu dieta. Si alguna vez te has comprometido a seguir un programa, significa que tienes la intención de perder peso y verte bien. ¿Pero realmente estás siguiendo las recomendaciones de tu nutriólogo?
Seguramente has empezado con dietas para bajar de peso y al cabo de la cuarta semana decides consentirte con ese muffin de chocolate que te espera en la vitrina del café de la esquina.
Estos comportamientos son naturales y estamos condicionados a cometerlos cuando estamos en una situación que pone en riesgo nuestra fuerza de voluntad.
Autosabotearte puede agravar los logros que tengas en el proceso de llevar a cabo un programa alimenticio. Más aún, cuando este es muy restringido. Estamos incluyendo el tipo de dietas bajas y muy bajas en ingesta calórica.
El componente psicológica se presenta para alentarte a echar todo el avance a la basura. Total me lo merecía y el nutriólogo no se enterará-. Vaya sorpresa que te llevarás cuando los números de sobrepeso en la báscula te delaten por completo.
Hacer trampa es muy común, como ya lo habíamos dicho, pero estas están mal entendidas. Para mí, hacer trampa es encontrar un atajo que te facilite ver logros más rápida y evidentemente. La nueva forma de hacer trampa es comiendo saludablemente. Por favor, come todo el tiempo. Sí todo el tiempo. Incluye snacks libres en tu dieta para vencer la ansiedad por meterte golosinas dañinas.
Las verduras ralladas, los pepinos y un montón de cosas deliciosas pueden llegar a ser los ingredientes principales de la fórmula para hacer trampa en serio.
Alimentarse saludablemente requiere un poco de fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad que tú mismo utilizas para mantenerte alejado de alimentos dañinos y combatir la obesidad.
Si desistes en mantener esta voluntad, lo peor que conseguirás será un terrible y angustiante sentimiento de CULPA.
La filosofía detrás de esto es básicamente: Cuando tienes la posibilidad o situación para disfrutar de estos alimentos fuera de límite, que cubrirán tus antojos, oblígate a reponer tu fuerza de voluntad agotada. Así producirás más lepnina que es la hormona que se encarga de mantenerte satisfecho.
La investigadora en salud y nutrición, Sondra Kronberg, directora ejecutiva de Eating Disorder Colaborative Tratment anota que: “La clasificación de los alimentos en ‘buenos’ y ‘malos’ te animará a asociar comer con la culpa y la vergüenza.”
Esto establece un patrón de comportamiento asociativo relacionado con premio y castigo. Si concientizamos que la dieta es un castigo, pronto fallaremos en seguirla.
En cambio si sabemos que este plan de alimentación tendrá el efecto positivo que esperamos en nuestras vidas será el primer cambio de muchos positivos que están por venir.
Escucha a tu apetito
“Si quieres comer espaguetis y albóndigas para la cena, Presto!”
Prepara una versión de este plato libre de grasa y carbohidratos. Si no la encuentras, utiliza ingredientes naturales, pasta de arroz y gratínalos con queso panela.
El comer es un instinto, y está demostrado que tiene un efecto positivo en el peso y bienestar.
Disfruta de golosinas de vez en cuando
Un bocado dulce puede estimular y acelerar la metabolización de yodo un almuerzo. Opta por bollitos de coco horneados sin azúcar o dulce de membrillo sin azúcar. Si llevas una dieta solo permítete este gusto 2 veces a la semana.
Saborea cada bocado
Una vez que colocas cualquier tema de la comida en la boca, registra todos los estímulos sensitivos como el olor, sabor, textura, temperatura y aspecto.
Estos datos son importantísimos para crear un constructo cerebral y que active la sensación de saciedad en el organismo y así mismo se efectúa una buena digestión y absorción de nutrientes.
Hidrátate
Tomar agua apacigua los instintos de apetito, además de ayudarte a todos los procesos a nivel celular y de tejidos.