El año pasado, estaba muy preocupada pues sabía que me iría de vacaciones con mi familia y generalmente tiendo a subir de peso durante estas épocas. Como quería relajarme y disfrutar a mi familia eso incluiría no estresarme contando calorías, descubrí las maneras más sencillas de cuidarme y tener unas vacaciones sin dieta (y hasta perdí peso).
Hoy te comparto las maneras para disfrutar tus vacaciones sin sufrir con una dieta
1. Limité mi consumo de bebidas con sombrillas
Ahí estaba, finalmente, en un camastro, tomando el sol, más que lista para un cóctel playero. Definitivamente tenía que tenerlo, pero no pedí la bebida más dulce en el menú.
Bebidas con esos coquetas sombrillas, suelen ser mucho más altos en azúcar que otras bebidas (por eso es que tienen mejor sabor, duh) y mucho más calorías. Y como lo último que iba a hacer en vacaciones era contar calorías, sustuí el vino o la cerveza por las bebidas más afrutadas la mitad del tiempo.
*Si sientes demasiada restricción, simplemente evita las piñas coladas.
2. Come cuando realmente tengas hambre y lo que realmente se te antoje
Ya sabes lo que es “comer cuando estás aburrido”. Resulta que sin pensar consumimos alimentos cuando salimos a divertirnos.
Cuando estás de vacaciones, hay docenas de oportunidades para comer. Especialmente si estás en un crucero o cuentas con un paquete todo incluido en un resort. Parece que la comida está en todas partes, desde los buffets interminables, hasta el bar en la piscina que sirve nachos, al servicio de habitaciones las 24 horas, y los snacks gratuitos que solo aparecen mágicamente en todas las superficies.
Pero antes de excavar, toma un segundo para pensar si en realidad estás hambriento y si estarías comiendo esos nachos si no estuvieran ahí. Y trata de no enmarcarlo en términos de peso y calorías. sino más bien el disfrute. La mejor razón para no hacerlo sin pensar merienda es evitar la sensación de infamación e incomodidad durante todo el día. Por lo que tendrás espacio para la comida que estás más emocionado de comer.
3. Caminé, caminé y caminé
Honestamente no me daba cuenta que lo hacía. En las mañanas disfrutaba muchísimo salir y dar una caminada rápida por la playa y cada noche, salía con mi esposo a caminar a la orilla del mar (súper romántico).
Realmente disfruté darme un poco de tiempo para mí y para mi pareja. A demás de que jugué como loca con los niños, me animé a hacer cosas que pensé que nunca haría. Y sí, a pesar de todo esto: me relajé.
Disfruta tus vacaciones, seguramente te las mereces