La semana pasada recibí una gran cantidad de pacientes nuevos con problemas de obesidad. Nada del otro mundo.
Sin embargo, encontré una similitud en los expedientes de algunos de ellos que me animó a hacer una investigación que me dejó sorprendida.
Resulta que varios de ellos estaban desempleados y me confiaron que acababan de perder su trabajo. Cuando llegó el tercer paciente con la misma condición laboral, pensé que eso no podría ser coincidencia y tendría que investigar los motivos.
Me reuní con algunos viejos amigos que manejan empresas grandes. Decidí preguntarles qué trato le dan a un trabajador con obesidad. El por qué y si eso es un factor de decisión para emplearlos o no.
¡Quedé boquiabierta cuando la mayoría coincidieron en negarles la oportunidad!
Los argumentos de todos ellos se basaron en la cantidad de pérdidas que la obesidad genera para sus empresas.
Cuando escuché eso, les pedí que me justificaran su postura.
En ese instante, uno de ellos sacó su teléfono y me mostró datos inapelables. Pues el Instituto Mexicano de Competitividad estimó que la obesidad genera pérdidas anuales con valor de ¡85 mil millones de pesos!
No lo podía creer.
Quedé aún más sorprendida cuando descubrí que, según la Fundación Mexicana para la Salud, las pérdidas por diabetes alcanzan un promedio de ¡223 mil millones de pesos anuales!
Pensé en todos los pacientes que no llegan a consulta y me dije, ¡lo peor es que ambas se pueden prevenir!
Entre tanta información de alto impacto, decidí volver a casa para descansar. Prepararme para empezar la semana y trabajar duro en el consultorio.
Sin embargo, el asombro se extendió hasta esta mañana, cuando dos de aquellos tres pacientes faltaron a sus consultas.
¡No permitan que la pérdida de sus citas de seguimiento se convierta en una pérdida mayor!