LOS TRES ENEMIGOS BLANCOS DE LA DIETA: AZÚCAR, SAL Y HARINA
A menudo la gente asocia el color negro con lo nocivo y el blanco con la pureza y benignidad. Pues bien, yo voy a romper ese mito o creencia en lo referido a la alimentación.
En nuestra dieta tenemos 3 componentes presentes en alta cantidad y frecuencia, que podríamos catalogar como los 3 ENEMIGOS BLANCOS DE NUESTRA DIETA.
Ellos son el azúcar y las harinas blancas (es decir, refinadas) y la sal. Y si son enemigos, ¿por qué se consumen tanto? Y… ¿por qué son enemigos? ¿y qué podemos hacer al respecto? Yo les explicaré como no vas a necesitar unirte a ellos para vencer.
EL AZÚCAR
Cuando hablamos de azúcar, hablamos del azúcar de mesa o sacarosa. Cuando valoramos nutricionalmente el azúcar, solo hay una cosa, HIDRATOS DE CARBONO SIMPLES, solo eso, CALORÍAS VACIAS, sin brindarnos nada más.
Este azúcar blanco tiene un alto índice glucémico, es decir pasa a sangre muy rápido en forma de glucosa (importante a tener en cuenta en personas que con DM). Ya tenemos un motivo para reducirlo de nuestras dietas, el nutricional, ¿no?
Además el consumo elevado de azúcar en determinadas situaciones como falta de higiene, sedentarismo, estrés….aumenta la posibilidad de sufrir determinadas condiciones como:
– Caries dentales: cuyas bacterias se alimentan de azúcares simples.
– Obesidad: azúcar excesivo favorece el balance positivo, y esto aumenta el exceso de grasa.
– Déficit de vitaminas del complejo B: Necesarias para metabolizar los CH en el organismo, al consumir azúcar en exceso aumenta la demanda de B1, B2 y B5.
– Hipertensión arterial: El azúcar disminuye el oxido nítrico que dilata las arterias, y por ello incrementa la rigidez de las mismas traduciéndose en mayor presión arterial.
– Hipertrigliceridemia: Aumenta la producción y acumulación de triglicéridos en sangre, lo cual puede dar origen a enfermedades cardiovasculares.
– Acné: En personas predispuestas al acné, la gran liberación de insulina que genera el elevado consumo de azúcar, puede originar un rebote del acné.
– Eliminar el azúcar no es opcional para todos, ya que The Hypoglycemia Support Foundation recomienda eliminar los azúcares para controlar la hipoglucemia, al eliminarlo reducimos las condiciones que la causan.
Es decir, más allá de las calorías vacías que aporta el azúcar, el reducirlo va más ligado al cuidado de nuestra salud.
LAS HARINAS REFINADAS
La harina refinada es un ingrediente muy presente en la dieta actual, pues forma parte de un sinfín de alimentos. Los estudios han demostrado que los alimentos con harina refinada tienden a provocar aumento de peso y contienen menos nutrientes que los alimentos de harina de grano entero.
¿Cuál es la diferencia? Básicamente hay dos clases de harina: las integrales (que conservan sus componentes originales) y las procesadas y refinadas llamadas “blancas”. La harina integral conserva su pericarpio, la cascarilla del grano “salvado”, el germen y el endospermo, todo de lo que la harina blanca carece y por ello es tan pobre nutricionalmente, casi no tiene vitaminas ni minerales y se elimina el contenido de fibra. Se convierte prácticamente en un azúcar (puro almidón).
¿Cuál es la solución? Muy fácil, cambiar por harinas integrales, estas te aportarán mayor cantidad de vitaminas, minerales y sobretodo fibra, que además ayuda a disminuir el índice glucémico de los alimentos.
LA SAL
Aquí viene el 3º veneno de nuestra alimentación. El consumo medio por persona es de 9,8g/día de sal (el doble de las recomendaciones de la OMS, que establecen 5g/día).
La sal forma parte de muchos alimentos procesados, conservantes … y se ha arraigado tanto en nuestra sociedad que ha hecho que despreciemos el sabor natural de los alimentos, que curiosamente ya disponen de la cantidad de Na (Sodio) que requerimos.
El 70% de la sal que incorporamos a nuestro organismo es de alimentos procesados y envasados (sal invisible). Y ¿por qué la industria alimentaria no reduce la cantidad de sal de sus productos? Es sencillo, no les interesa, por un lado el alimento dispondría de una vida útil más limitada, y por otro, el paladar del consumidor ya está acostumbrado al sabor salado, lo que conllevaría un rechazo del mismo. La industria alimentaria no tiene como prioridad nuestra salud, sino la demanda de su producto.
Pero… ¿cómo de mala podría llegar a ser algo tan chiquito como la sal? Pues bien, el consumo excesivo provoca un desequilibrio electrolítico, más concretamente de Na (sodio), y esto tiene consecuencias como la HTA, un factor de riesgo muy importante para ECV. También está relacionado con insuficiencia renal, osteoporosis, algunos tumores, retención de líquidos, insuficiencia respiratoria y favorece el sobrepeso y obesidad.
Así que yo recomiendo que mientras gobiernos e industrias se ponen de acuerdo, lo mejor que podemos hacer es cuidarnos por nuestra cuenta. Así que seas o no seas hipertenso, evita en medida de lo posible los alimentos procesados en virtud de alimentos naturales y preparaciones culinarias sencillas.
LN RAQUEL SAN MILLÁN