Una de las principales características del mantenimiento en cualquier dieta es el consumo de frutas y verduras, una recomendación desde todos los foros internacionales de alimentación, ya que reúnen gran parte de la cantidad diaria de vitaminas, minerales y fibra alimentaria que necesita nuestro organismo para cubrir las necesidades. En cada ración, se suele consumir entre 120 y 200 gramos, esto es el equivalente a una fruta de tamaño mediano como una manzana.
¿Por qué es tan beneficioso incluir la manzana en nuestra dieta?
La clave está en los componentes principales de esta fruta como las Pectinas, que actúan como una fibra soluble y ayudan a la disolución del colesterol malo protegiendo nuestra salud cardiovascular. También contiene Aminoácidos como la Cisteína, componente que elimina toxinas del hígado; Histidina un estimulador del jugo gástrico. La energía que nos aporta la manzana viene a través de sus azúcares como la fructosa, glucosa y sacarosa. Y por último, la Quercetina un flavonoide muy habitual en nuestra dieta. Este componente favorece la memoria ya que protege las células del cerebro.
A parte de los componentes, la manzana nos ofrece otro tipo de beneficios, como darnos la sensación de saciedad si la consumimos con la máscara. Otro beneficio es que contribuye a la limpieza de nuestros dientes y los protege. Mejora la circulación de la sangre de las encías y regula el PH de la boca, reduciendo así la formación de placa bacteriana.
Como ves, la manzana es una fruta rica, versátil, y puede usarse en cualquier plato ya sea dulces, saladas, cocidas o crudas. Y esta es una de las ventajas para que la manzana no falten nunca en tu menú.
Si estas en el paso 3 de nuestra la dieta Cambridge, una manzana mediana es una buena opción como postre o colación a media tarde.