Se acuerdan en la adolescencia (¡Oh qué años!) cuando nuestro amor platónico por fin nos ponía atención, dejabamos de tener interés. De repente ya no era el más interesante, o no era tan bonita como creíamos… Resultaba que solo queríamos su atención, y ya que la conseguíamos, no resultaba tan divertido. Bueno, mis estimados, siento decirles que sucede lo mismo con una dieta.
Sucede que de pronto, al segundo día que comenzaste la dieta ¡BUM! un antojo inexplicable de pastel de chocolate y resulta que lo único que tu nutrióloga o asesor nutricional te prohibió comer fue pastel de chocolate ¿No es tu caso? Vamos a analizarlo.
Desde tiempos remotos, la prohibición ha sido la tentación más deliciosa e inevitable que nos puede suceder. Bien lo dijo Oscar Wild “The only way to get rid of a temptation is to yield to it. Resist it, and your soul grows sick with longing for the things it has forbidden to itself, with desire for what its monstrous laws have made monstrous and unlawful.”
También existe la opción de que no te suceda así. Tal vez no sufres del complejo de Eva y lo prohibido no se vuelve irresistible. Tal vez simplemente no sabes comer saludablemente.
¿Suena fuerte? Tal vez, pero es la verdad. Tengo pacientes que sienten que su mundo se terminará si no tienen dentro de su dieta las rebanadas de pizza de los domingos. O las cervezas de los sábados o los martinis de los miercolitos. Y al final descubren un mundo completamente delicioso, lleno de comida suculenta y saludable.
Existen muchos tipos de dieta. Como en el amor: hay de todo y para todos. Hay algunas dietas que comienzan siendo muy restrictivas calóricamente. Pues es importante que el paciente comprenda la importancia de las calorías que está consumiendo. Y poco a poco se irán integrando de nuevo las comidas a las que está acostumbrado.
¡Pero qué maravilla es cuando se da cuenta de que ya no le apetecen tanto las comidas rápidas, procesadas y grasosas! Lo sé, pues he pasado por eso. Llegué al punto donde me di cuenta de lo que estaba poniendo en mi cuerpo y me dio pena.
Descubrí un millón, y sigo descubriendo, de recetas deliciosísimas, las cuales no solo contienen menos de la mitad de calorías de lo que acostumbraba. Sino que además utilizo productos naturales que le hacen tan bien a mi cuerpo y mi familia las adoptó con alegría.
Siempre toma trabajo y mucho esfuerzo alejar los malos hábitos, pero es posible. Así que deja de poner excusas, confía en tu instinto y atrévete a sentirte mejor contigo mismo.