En las últimas décadas, la leche y los lácteos (especialmente la leche de vaca y sus derivados) han sido alimentos de los que se han destacado grandes beneficios.
La publicidad ha conseguido que mucha gente crea que son los únicos alimentos que proporcionan calcio a nuestro cuerpo. Hasta el punto que se llega a pensar que sin ellos, nuestros huesos sufrirían una gran descalcificación (osteoporosis). O que es imprescindible para los niños en fase de crecimiento.
Sin embargo, parece que otras creencias indican que la leche y los lácteos no forman parte de los alimentos saludables de nuestra dieta. Se dice que deben quedar relegados a un consumo esporádico y ocasional. Incluso, para una parte de la población, deben ser excluidos totalmente de la dieta. Por ejemplo personas que muestran sensibilidad, intolerancia o alergia a alguno de sus componentes, personas convalecientes o en fase de recuperación de cualquier proceso patológico, personas que desarrollan patologías relacionadas típicamente con un consumo excesivo de lácteos como otitis, sinusitis, diarreas, pesadez digestiva.
La leche y sus derivados no son más que otros de los múltiples alimentos que el ser humano necesita ingerir para nutrirse.
Contenido nutricional
La leche es un alimento muy completo. Contiene proteínas de alto valor biológico, grasas saturadas, colesterol, vitamina B, calcio, hidratos de carbono (lactosa) minerales y agua. A las personas con intolerancia a la lactosa (unos 10% de niños y 40% de adultos) se les puede recomendar el consumo de yogures, quesos, cuajada o requesón ya que en el proceso de fabricación se elimina la lactosa.
El argumento de que no deberíamos tomar leche después del destete ya que somos el único animal de la naturaleza que lo hace no tiene peso. También somos los únicos animales de la naturaleza que comemos los alimentos cocinados. Es más interesante centrarse en el tema de los cambios que ha sufrido la composición de la leche desde que se han establecido formas intensivas de producción agroalimentarias. Las vacas ya no pastan sino que las engordan a base de piensos y granos. Fundamentalmente maíz y soya.
La leche de vacas que pastan tiene un 68% más de ácidos grasos y omega 3 que las alimentadas con piensos. También muchos de los yogures que se venden como alimentos funcionales. Ayudan a mejorar el sistema digestivo e inmunitario (se les llama yogures con probióticos) tienes altas concentraciones de otros ingredientes que no son buenos para la salud. Ni siquiera llegan en altas concentraciones al intestino. Además, tienen altísimas concentraciones de azúcar, grasas y sal y no deberían ser recomendados como productos saludables.
Así que piensa muy bien el tipo de leche que eliges y los derivados lácteos que consumes.