Después de tener 3 hijos, yo estaba atrapada en un cuerpo que no me hacía feliz y no sabía qué tenía que hacer.
Cuando me casé en el 2008 con mi esposo Henrik, yo pesaba 50 kilos y de ropa usaba talla 8 . Pero un año después, quedé embarazada y di a luz a Freddie, mi primer hijo. De talla 8 pasé a talla 16, pero con el tiempo perdí un par de kilos.
Entonces tuve a mi segundo hijo, Finn, en ese entonces era talla 5, sin embargo, vino Evangelina en 2016 y volví a ser talla 16.
Durante mi último embarazo me la pasé enferma y lo peor era que lo único que tenía en el estómago eran los antojos que comía.
Eso provocó que cuando Evangelina era una bebé recién nacida, ella sufría de cólicos y tenía dificultades para dormir, eso me dejaba exhausta.
Todos los días, iba la mayor parte del tiempo sin tener una alimentación adecuada, comía las sobras de los alimentos de mis hijos, y a veces tomaba un trozo de queso del refrigerador o un puñado de papas fritas y me las comía.
Algunas noches, cuando todos ya estaban acostados en sus camas, por fin tenía tiempo para comer apropiadamente.
Yo era vegetariana, y podía hacer arroz o fideos, o pasta horneada con queso acompañados de una comida saludable que es típica en Europa y se llama “Quorn”.
Hasta ese momento, la comida era saludable, pero siempre volvía por un segundo plato que siempre era tan grande como el primero, aunque esta vez no era para nada saludable.
Era cuando me sentaba enfrente de la televisión mientras comía un plato de papas fritas y pretzels.
Me sentía infeliz por mi peso
En ese entonces, tenía mi propio canal de Youtube donde tenía miles de seguidores y les hablaba sobre todas las cosas que tienen que ver con ser mamá.
Para verme bonita, siempre hacía mi mayor esfuerzo con mi maquillaje y peinado. Mientras que usaba batas y leggings para ocultar la figura de mi cuerpo al cuadro de la cámara, pero nunca me sentí segura de mí misma en los videos gracias a mi físico.
Me sentía infeliz y sin la posibilidad de bajar de peso, me sentía celosa de las otras mamás que lograron recuperar su figura fácilmente después de sus embarazos.
“Tal vez estoy destinada a estar en este peso para siempre”, pensaba. Pero cuando se acercaba la primera fiesta de cumpleaños de Evangelina, algo en mí me empezó a volver loca.
Recordé cuando mi hijo Freddie cumplió su primer año y rechacé aparecer en cualquier foto de la fiesta porque me sentía demasiada gorda y fea.
Me di la oportunidad con Cambridge
Realmente no quería que eso me pasara de nuevo. Entonces, decidí intentar con la dieta de Cambridge Weight Plan , una dieta baja en calorías que está hecha de malteadas, barras, sopas y avena.
Mi mamá, Susana, había perdido 25 kilos con este plan y no fue víctima del efecto rebote. Ella se convirtió en consultora de Cambridge y me dijo que estaría encantada de ayudarme.
Cuando me decidí, mi madre me dijo que no había querido hacerme esta oferta hasta que yo estuviera realmente lista para hacerlo.
A finales de noviembre de 2017 mi mamá me pesó y el resultado fue de 78 kilos. Mi meta era tener el mismo peso que tenía cuando me casé antes de llegar al 10 aniversario de mi boda con mi esposo, lo cual me daba siete meses para cumplir mi objetivo.
“Puedes hacerlo” me decía mi madre. Yo veía este método como escalar una montaña, pero realmente estaba decidida a hacerlo.
Yo elegí mi dieta esa semana (avena de desayuno, macarrones con queso de comida y una barra de chocolate con menta para la cena), pero en los primeros días, mi esposo tuvo que salir de viaje por su trabajo.
Entonces yo tuve que cuidar a los niños, me sentía exhausta, enferma y con dolores de cabeza.
“Descansa tanto como puedas”, es lo que decía mi mamá. El apoyo uno a uno que me dio mi madre, Consultora de Cambridge, fue demasiado importante para mí al momento de estar formando nuevos hábitos porque tenía demasiadas preguntas y ella me las contestabas todas.
No sabía cuánto iba a durar en mi camino para bajar de peso, pero al día número siete me levanté sintiéndome increíble.
Tenía mucha energía, mi piel y mis ojos lucían más brillantes y mi ropa me quedaba más grande.
Para el cumpleaños de Evangelina había perdido seis kilos y la gente me comenzó a comentar en mis fotos de Instagram diciendo que me veía espectacular.
Comencé a mostrar mi pérdida de peso en Instagram y en Youtube cada semana y tuve demasiado apoyo de mis seguidores.
“Me inspiraste a perder el peso que gané por mi último embarazo”, me escribió una mamá que me seguía en mi canal de Youtube.
Demasiadas mujeres comenzaron a decir que ellas se identificaban conmigo porque sabían cómo se sentía no poder recuperar su figura después de haber tenido un bebé.
Me decían que sabían cómo la soledad de la maternidad puede hacer que tu peso se dispare o cómo el sobrepeso puede afectar la salud mental de las mujeres.
Me sentía como ellas y ellas me acompañaron todo el viaje, animándome cuando veían lo feliz que era.
Eso se sentía genial, también tener el control de la comida. Antes de empezar el plan, mi nivel de energía estaba por los suelos y duraba horas sin comer, entonces cuando comía, “tenía varias comidas en una”.
El plan de Cambridge encajó perfectamente conmigo, con mi esposo y con mis hijos. No tuve que hacer recetas difíciles, o matarme horas en el gimnasio.
En abril de 2018, cinco meses después de haber iniciado, logré llegar a mi meta siendo talla 8 y pesando 52 kilos.
El peso exacto que tuve cuando me casé y con tiempo suficiente antes de mi décimo aniversario de bodas. ¡No podía creerlo!
En junio de 2018, viajamos a Santorini, Grecia, para celebrar nuestro aniversario de bodas allá.
Recuerdo que me puse un vestido escotado por detrás que resaltaba mi figura (algo que unos meses antes no podía ni imaginarlo).
A casi un año, me he mantenido en mi peso, la gente me sigue diciendo que no lo puede creer porque tengo tres hijos, y eso es genial.
El perder peso me inspiró a intentar demasiadas cosas, como manejar de nuevo y comprar ropa más fashionista y eso me dio más confianza alrededor de la gente. La única parte difícil es empezar, una vez que lo haces, ya no puedes mirar atrás.
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