Dormir es una actividad básica y vital de los seres vivos. En específico, los humanos pasamos casi un tercio de nuestras vidas dormidos. Estar sin dormir literalmente te hará psicótico y, eventualmente, te matará.
Tendemos a pensar en el sueño como un momento en el que la mente y el cuerpo se cierran. Pero este no es el caso. El sueño es un período activo en el que se producen muchos procesos importantes de restauración y fortalecimiento.
Dormir también nos hace sentir mejor, más alerta, más enérgicos, más felices y más capaces de funcionar al día siguiente.
Uno de los roles vitales del sueño es ayudarnos a solidificar y consolidar los recuerdos.
De la noche a la mañana, parte de la información se transfiere de una memoria más tentativa y de corto plazo a una memoria más fuerte y de largo plazo.
Los investigadores también han demostrado que después de que las personas duermen tienden a retener información. También a desempeñarse mejor en tareas de memoria.
Todos nuestros cuerpos requieren largos períodos de sueño para restaurarse y rejuvenecer, para desarrollar músculo, reparar tejido y sintetizar hormonas.
Los niños, que adquieren habilidades de lenguaje, sociales y motoras a un ritmo vertiginoso durante su desarrollo, necesitan dormir más que los adultos.
De hecho, las personas tenemos requerimientos de sueño específicos de acuerdo a nuestra edad. Por ejemplo, un bebé necesita dormir entre 14 y 15 horas diarias. Los niños en edad escolar necesitan entre 10 y 11 horas diarias de sueño y los adultos entre 7 y 9 horas diarias.
Sin embargo, y a pesar de lo importante que resulta para nuestra salud cumplir con ciertas horas mínimas de sueño, una parte muy importante de la población adulta no descansa lo necesario.
Se estima que, en México, la tercera parte de la población presenta algún trastorno del sueño y, de esta proporción, el 40 por ciento padece insomnio, una enfermedad que puede causar otros padecimientos como obesidad y fallas cardíacas. Además, provoca irritabilidad y reduce la expectativa de vida de las personas. También disminuye su productividad y aumenta el riesgo de sufrir accidentes.
Desafortunadamente, una persona no puede simplemente acumular falta de sueño y luego registrar muchas horas de sueño para compensarlo. Así no funciona.
Los mejores hábitos de sueño son rutinas consistentes y saludables que nos permiten a todos, independientemente de nuestra edad, satisfacer nuestras necesidades de sueño todas las noches y estar a la vanguardia de los desafíos de la vida todos los días.
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