Jessica -
Hola, mi nombre es Jessica y tengo 32 años. Soy madre de tres niñas y les quiero contar mi historia.
Desde niña siempre tuve sobrepeso y era la burla de muchas personas. En la primaria sufrí de bullying por parte de algunas compañeras e incluso de mi propia familia, ya que mis primas y hermanas eran delgadas y me apodaron la “gordita” y así me llamaban.
Sin embargo, esa condición de gordura a tan temprana edad era algo que en ese momento no estaba en mis manos, puesto que la comida que me daban en casa no ayudaba mucho y los antojos de cada ocho días empeoraban mi situación: Refresco, quesadillas, etc.
Así que crecí con una autoestima sumamente baja, siempre sintiéndome menos que las flacas porque creía que ellas, por estar así, eran bonitas y eran guapas para los demás.
Luego, llegando a mi adolescencia fui madre muy joven. Subí de peso mucho más, pero yo sentía que ya así era yo y que no podía hacer nada en contra de mi naturaleza.
Entré a trabajar y bajé un poco de peso, pero esto fue debido a que me malpasaba, incluso no comía. Era obvio, estaba más delgada, pero castigando a mi cuerpo considerablemente, puesto que no ingería alimento, sólo en la cena, cuando llegaba a casa y comía cualquier cosa, como una sopa Maruchan, por ejemplo.
Después, tuve a mis cuatas, las cuales hicieron que perdiera peso increíblemente, pero seguí con mi mala alimentación. Volví a subir de peso y me quedé así, obesa.
Y, para empeorar mi situación, decidí escuchar a muchas personas que me recomendaban infinidad de pastillas para bajar de peso, las cuales probé, y al principio todo iba bien, podía comer lo que quisiera y no pasaba nada, pero con el tiempo, como no llevaba un tratamiento como tal, esas pastillas dejaron de hacerme efecto, a tal grado que subí más de peso, me dio rebote, e incluso hasta llegaron a afectar mi salud por un momento.
Lo más curioso era que yo no me veía tan gorda como lo decían los demás. Siempre me justificaba, pero al mirar mis fotos sí me sentía mal, pero incluso así no dejaba de comer lo que me hacía daño y subía más y más de peso. Parecía que mientras más sabía que estaba mal, más lo hacía.
Y así fue mi vida de gorda, hasta que una amiga me recomendó las malteadas de Cambridge con una nutrióloga con la que ella iba. Mi amiga me dijo que las malteadas le habían caído bien, que la nutrióloga le estaba supervisando la alimentación, que bajabas de peso rápido, que te enseñabas a comer y que tu vida cambiaba.
Todo eso sonaba fantástico, así que, cuando tomé la decisión de ir con la nutrióloga, me apliqué al 100%, puesto que, si ya estaba en eso, tenía que cumplir mi objetivo.
Ahora, con casi 5 semanas que llevo con el Plan Cambridge, he bajado 8.5 kilos aproximadamente y me siento espectacular.
Y realmente lo cumplí. Con la dieta Cambridge logré perder 14 kilos y me siento espectacular.
Por lo tanto, mi autoestima se incrementó. Ahora que me veo más delgada, me siento muy feliz.
Y el reconocimiento de mi esposo, hijas, mamá y hermanas me motiva a seguir adelante porque esto no termina aquí, y quiero ser un ejemplo para muchas personas y poder decirles que sí se puede, sólo es cuestión de decidirse a cambiar de hábitos que nuestro cuerpo agradecerá por siempre.
Gracias al Plan Cambridge aprendí a cuidarme, ya que quiero vivir muchos años más y sana para enseñarles a mis hijas cómo crecer de una manera saludable y balanceada, ¡¡sin complejos y felices!!
¡Gracias Cambridge!